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sábado, 31 de mayo de 2014

Luces de Bohemia de Valle-Inclán


Luces de Bohemia de Valle-Inclán

Introducción
Valle-Inclán fue un escritor con firme voluntad de escapar de la mediocridad literaria y rechazar los convencionalismos (cosa que critica en esta obra a través de los "modernistas", sólo salvando a Rubén Darío). Se le ha tachado de raro y excéntrico, otros lo ven un individualista marcado e inflexible, una isla, y otros un genio.
Se enfrentó al teatro de su época en el que predominaba el conformismo técnico; sus esperpentos fueron rechazados por "irrepresentables" en la época.
La obra de Valle se publica en 1920 por entregas y en 1924 en formato de libro. Es una feroz sátira política y social contra la España coetánea del autor; su visión de España es la agonía de una civilización.
En cuanto al lenguaje, señala Alonso Zamora que en la obra "brota (...) un regusto de sainete, de zarzuela con tonillo de plebe madrileña": son voces como "naturaca", "polis", dar "mulé", estar "briago", "cate", con saltos semánticos y jerga tabernaria; hablan con sabor a pueblo, a Madrid, a taberna, a luz de candil y vela, achulapados, y Valle los utiliza para su estilo, mezclándolo todo con cultismos, frases latinas, como "Alea iacta est", "¡Eironeia!", deformando así el lenguaje para crear esperpento: "Me adhiero a lo del quince",  "no introduzcas tú la pata",  "condúceme a casa", "chanelo el sermo vulgaris".

Sátira y crítica social
Valle-Inclán utiliza la sátira como forma de expresar su indignación ante el mal que desprecia: de manera general, contra las instituciones españolas, la bohemia golfante y la violencia.
Dirige sus acusaciones, su más dura crítica, contra la ignorancia vergonzosa e inmóvil, encarnada en la figura de Latino de Híspalis y la bohemia vaga y ociosa; también carga tintas sobre la lucha de clases, contra la omnipotencia de la policía y contra la política estéril y acomodaticia, reflejada en la burocracia española; se lanza contra los desvaríos de aquella España cavernícola en lo social y en lo político.
La sátira se realiza de muchas formas, pero todas se unen en ese "viaje infernal", por un mundo, una España, que ha perdido la razón, caduca a los ojos del autor: podemos recordar escenas políticas como la del Ministro de gobernación discutiendo sobre poesía, reflejando una política estancada, tumbada en el sofá y sin producir soluciones al estado de crisis social; también hay crítica religiosa hacia España a través de los ojos de don Gay y su viaje por Inglaterra en la librería de Zaratustra, contra la fe supersticiosa del catolicismo español, anclado en el pasado y en las tradiciones; don Latino representa la golfería, la bohemia de anclaje, ociosa, inoperante, inmóvil socialmente, que vive exclusivamente del sablazo social, aprovechándose de los demás, como con Max Estrella, y lo observamos desde las primeras escenas, en la librería, al descubrir que estaba conchabado con el viejo para engañar y robar al poeta; la crítica social contra la violencia y el entorno policial la muestra en las escenas IV y XI, en las manifestaciones, contra la lucha de clases; y de manera mucho más ácida en la escena del calabozo con el preso catalán, cuando los carceleros lo reclaman diciéndole que va "a salir en viaje de recreo", aludiendo al "paseíllo" y posterior disparo por la espalda, aplicando la ley de fugas, para divertimento de sus carceleros. Podría decirse que los únicos que no están sujetos en toda la obra a la sátira y son tratados con emotividad y alabanza son este anarquista catalán y la madre que ha perdido a su hijo por un disparo perdido, al sofocarse la revuelta callejera: Valle alaba al preso (escena VI) por su carácter reivindicativo, por su lucha, por abrir la boca, por ser el único que lleva a la práctica su rebeldía, una lucha social simbolizada en él: "Pronto llegará vuestra hora", le dice Max, al tiempo que el preso, en voz de Valle, apunta que "En España el trabajo y la inteligencia se han visto menospreciados. Aquí todo lo manda el dinero", a lo que Max/Valle le responderá: "Mateo, ¿dónde está la bomba que destripe el terrón maldito de España?"; en la escena XI, con la madre y su niño entre sus brazos, la violencia se vuelve crueldad en la voz del tabernero: "Son desgracias inevitables para el restablecimiento del orden"; Valle alterna en estos diálogos el dolor de la madre con la absurda indiferencia de los viandantes, una locura por la que Max pedirá a su lazarillo: "Latino, sácame de este círculo infernal", y la sinvergonzonería del golfo cerrará con "hay mucho de teatro", lo cual lleva al lector a preguntarse quién está más ciego de los dos.

Personajes
Los personajes son variados: desde el chico de la taberna hasta el ministro de gobernación, atravesando todas las capas sociales. Pero, de todos, Máximo Estrella es el único que, a pesar de ser ciego, ve, irónicamente, la bufonada en la que están metidos todos ellos.
Utiliza personajes realistas, verosímiles (incluso históricos, por ejemplo, Rubén Darío); pero tratará de deformarlos de manera grotesca para crear su esperpento y realizar su crítica. Ellos serán el esperpento, porque ellos serán deformados: todos tendrán en común la ignorancia, la golfería, la desidia y la sinrazón.
Para Valle, sus criaturas no son héroes, sino su negación (a excepción del preso catalán: ver sátira). Son bufones de corte, "payasos trágicos". La mayoría vive instalada en la vulgaridad, y lo peor es su estancamiento, su no querer salir de allí. Son tratados desde el desprecio, desde arriba, desde un plano superior, todo lo contrario a Homero y la literatura clásica, que se situaba por debajo de sus héroes, es decir, ellos estaban colmados de virtudes, deificados, mitificados, idealizados (Héctor, Aquiles); los personajes de Valle están llenos de defectos y vicios, idiotizados, animalizados ("Zaratustra, abichado (...) bufanda de verde serpiente", en la Escena II) y cosificados.
La España oficial la representa el Ministro de gobernación, don Filiberto, pedante e hipócrita.
Rubén Darío aparece en la obra retratado como máximo representante del Modernismo literario. Sin duda es un homenaje.
En cuanto a los protagonistas, parece que Valle-Inclán puso bastante de sí mismo en Max Estrella y el preso catalán, únicos dignificados por su pluma: Max es un poeta ciego no oficial, no reconocido y opuesto a los "cabrones de la academia". Valle vivió la bohemia madrileña a la que censura en la obra; es intransigente como él ("No quiero hablar de este robo", escena I), posee su fuerza y voluntad de ser ("Yo había nacido para ser tribuno de la plebe"), suele negarse a ceder ("Y no me humillo"), es brusco ("Idos todos al diablo"), es terco y descomedido ("hiperbólico") y destaca por ser consciente de su superioridad ética y estética ("¡Y soy el primer poeta de España!").
Según Gonzalo Sobejano, Max Estrella encarna la vida desgraciada y el individualismo; como antihéroe, padece ceguera, pobreza, fatiga, olvido, fracaso, frío, desesperanza, vacío, infortunio, pérdida de la libertad, piedad ante la degradación, dolor por lo que se destruye (escena del niño muerto, simbolizando la juventud, la esperanza, el futuro), invalidez y finalmente muerte. Al finalizar la obra sólo queda su "vida derramada por las calles" (Gonzalo Sobejano).
Las borracheras con Latino no son más que una huida, un escape; el alcohol le desinhibe, le libera para cargar contra todo.
Su muerte no es la muerte de un héroe homérico, sino una muerte esperpéntica, absurda, ridícula, entre muecas y desvaríos (creyendo “ver”, anunciando un entierro, sin caer en que el suyo está próximo), alcohol y un lazarillo rabioso, cobarde, envidioso, golfo, con piel de cordero, que mientras le deja caer en el quicio de la puerta le roba el décimo de lotería y finge que no cree en su muerte (farsa) para no sentirse culpable. La muerte tampoco es la muerte de un héroe literario, al modo de Homero (muerte gloriosa), sino su esperpento: hora fría, amanecer invernal, tirado (ni siquiera dentro) en la puerta de su casa, dándole convulsiones, con dificultades para articular palabras, robado y abandonado.
Rasgo destacable en "Mala" Estrella, así le llama Latino simbólicamente, es su ceguera, y la ironía es notable: pese a ella, es el único personaje que realmente "ve", pero no con los ojos, la situación desoladora de su Madrid. Se convierte en símbolo de luz.
Don Latino de Hispalis es un "vejete asmático" (escena I), lazarillo y acompañante del ciego Max. Éticamente, simboliza la negatividad: es un aprovechado, un gorrón que vive del sablazo social, un pícaro bohemio (como vemos en la escena II, cuando se conchaba con Zaratustra para timar al ciego y el guiño de su ojo muestra la complicidad entre ambos) que vive de la mentira y del cuento. Sin embargo, es el único que está al lado del protagonista. Latino tiene labia para evitar los altercados, las disputas, y sacar siempre el mayor provecho de cualquier situación, por cruel que parezca, por ejemplo el robo de la cartera de Max con éste tendido en la puerta de su casa y muerto. Valle lo desprecia y lo convierte en un esperpento, pues así lo describe en su primera aparición: "(...) guiña el ojo, tuerce la boca y desmaya los brazos, como un pelele". Además, es despreciado por la joven pero brillante hija de Max, Claudinita,  al llegar a recoger a éste: "¿Le doy con la puerta en las narices?". La propia Claudinita teme la tragedia final cuando exclama "¡Papá, no salgas!", sabiendo que de noche y con Latino no habrá de llevar buen camino.

Ver:  http://srtuyu-tormentasyotraslocuras.blogspot.com.es/2014/12/valle-inclan.html

El Esperpento
Esperpento es un  término acuñado por Valle aplicado a la literatura con el que designa un nuevo tipo de estética que simula los espejos cóncavos. Es una ruptura con las convenciones sociales (lenguaje, belleza, clasicismo). En la escena duodécima el autor muestra cuál es dicha estética, la del esperpento, una deformación grotesca, una retorcida exageración de la realidad, una deformidad humana y social: "Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el Esperpento"; lo compara el propio Max Estrella (Valle) con los cuadros de Goya (las pinturas negras), señalando incluso que este pintor fue el creador del concepto. Y todo ello con una intención crítica. Y para crear el esperpento utilizará hipérboles, animalizaciones y un lenguaje característico (ver introducción).
Esperpento designa lo feo, lo desaliñado, lo ridículo, la mala traza, una situación risible por absurda.
Según Álvarez Sánchez, el esperpento es un "reflejo de la esencia de lo social, proyectado mediante la deformación sistemática de la realidad", hasta llegar al absurdo y dirigido contra las normas clásicas o convencionales de la sociedad.
Incluso hay quien ha afirmado que no sólo es un nuevo género literario sino toda una nueva estética y una nueva visión del mundo. Lo que sí está claro es que es una nueva visión de la tragedia clásica.
Para llevar a cabo el esperpento, el autor habla en una entrevista de cómo dibuja a sus personajes: Homero, por ejemplo, escribía sus obras situando a sus héroes por encima de sí mismo; cuando los caracterizaba, los dotaba con más virtudes de las objetivamente humanas, los idealizaba, los divinizaba: esta es la manera clásica. Shakespeare, por otro lado, crea a sus personajes como si fuésemos nosotros mismos, de igual a igual, con virtudes y defectos. Por último, Valle-Inclán resalta la manera de Quevedo, que mira a sus criaturas desde arriba, los coloca por debajo de él, como si fueran inferiores moralmente, llenos de defectos exagerados: esta es la manera del esperpento.
Las circunstancias históricas que retrata la obra (principios del s. XX) dan pie al autor para deformar como una caricatura lo humano y lo ibérico. España es vista con brutalidad (la manifestación sofocada, el preso catalán), frialdad (no sólo medioambiental, también en el retrato de personajes y acciones como la escena con Zaratustra...) y tragedia (la muerte en el protagonista, el niño, el preso...). Es un retrato de las consecuencias de la existencia humana.
Para Valle, una sociedad como la española, deformada (injusticia, miseria e incultura), sólo puede tener un retrato fiel a través de un estilo deformado igualmente.
El esperpento nos habla de la realidad (la obra sintetiza varios sucesos históricos), pero no con un estilo realista o naturalista, no a la manera de Galdós, "Clarín" o Pardo Bazán, a los que les preocupaba la fidelidad hacia lo real, sino que la intención del esperpento de Valle es únicamente crítica.

Ver: http://srtuyu-tormentasyotraslocuras.blogspot.com.es/2014/12/valle-inclan.html

Luces de bohemia en el contexto histórico de su época
Los primeros 20 años del siglo XX, entre los que podemos encuadrar esta obra de Valle-Inclán, fueron un periodo de crisis y con repercusiones en la sociedad, que es lo más destacable en el retrato que el autor desea plasmar.
A pesar de que el Estado español adoptó medidas proteccionistas (intervencionismo estatal), no dejaron de producirse esas repercusiones sociales: fueron situaciones de precariedad en los campesinos, de pobreza y hambre, con intentos de reforma agraria en 1907 y 1917 insuficientes, y los más afectados fueron las clases populares; hubo revueltas y manifestaciones en las calles de Madrid, huelgas y reivindicaciones obreras. Todo ello es retratado por Valle-Inclán, por ejemplo en la escena XI,  con la revuelta callejera y el intento de sofocarla por parte de las fuerzas del orden, a las que el autor describe con violencia: con la madre y su niño entre sus brazos, la violencia se vuelve crueldad en la voz del tabernero: "Son desgracias inevitables para el restablecimiento del orden"; Valle alterna en estos diálogos el dolor de la madre con la absurda indiferencia de los viandantes, una locura por la que Max pedirá a su lazarillo: "Latino, sácame de este círculo infernal".
Durante todo el texto se observan alusiones y descripciones breves de España despectivas: hundida esta en la miseria moral y económica, dice el escritor en boca de sus personajes que España es un "corral" y que  “En España el mérito no se premia; se premia el robo y el ser sinvergüenza. En España se premia todo lo malo” (Escena XIV).
Madrid es entonces un importante núcleo urbano, con un estrato social cada vez más en auge: la burguesía, una clase que creció primero como un grupo renovador de la caduca aristocracia pero que, poco a poco, fue acercándose a ella en costumbres, conforme crecía en riqueza y comodidad. Es contra este grupo social contra el que carga tintas. Por contra, destaca su defensa del obrero, del proletario, el grupo social mayoritario y que sufría desigualdades sociales (largas jornadas laborales, sueldos insuficientes, insalubridad en los hogares). Estos abusos les llevaron a protestas y conflictividad social, y a una situación de desolación, abandono de "los de arriba" y tristeza emocional, lo cual Valle-Inclán plasma durante la obra: pillería, tramposos, robos y pesimismo.
Políticamente, Alfonso XIII y Maura se posicionaron como reformadores, pero desde arriba, es decir, la reforma del país debía promoverla el Estado y así tener controladas esas reformas y evitar que fuera el pueblo el que las impusiera. No era un sistema político democratizado. Posteriormente, hacia 1910, J. Canalejas se propuso instaurar un régimen liberal, cercano al pueblo, por ejemplo tratando de reducir la jornada laboral.
Es el momento en que el Partido Socialista Obrero Español y la Unión General de Trabajadores van ganando fuerza, así como Cataluña crece en reivindicaciones nacionalistas. Aquí, en Cataluña, tiene una presencia importante el Anarquismo, movimiento revolucionario y anticapitalista, que demanda una revolución social del pueblo mediante huelgas y boicots, acción directa, como en 1917, en Madrid, Barcelona, etc., que continuaron con brutales represiones y arrestos del Gobierno que en vio ni más ni menos que al ejército.
Estos acontecimientos están simbolizados en la obra por el preso catalán, en la escena VI, y su diálogo emotivo y tristemente épico con Max/Valle: comprende al revolucionario anarquista porque España, en ojos del autor, necesita un cambio, una convulsión, y le grita al reo: "Mateo, ¿dónde está la bomba que destripe el terrón maldito de España?" El asesinato por la espalda del preso por parte de los guardias representa la tiranía del poder gobernante de España y su abuso de la violencia contra las voces que piden aire nuevo y sano para el pueblo.

 Ver: http://srtuyu-tormentasyotraslocuras.blogspot.com.es/2014/12/valle-inclan.html

Temas y simbolismo en Luces de bohemia de Valle-Inclán
Los temas de este drama giran en torno a las relaciones del protagonista, Max Estrella, poeta ciego y desventurado, con un amplio conjunto de personajes de diferentes estratos sociales.
Por un lado está muy presente el tema de la muerte. Max Estrella se relaciona con el preso catalán de la escena VI, en el calabozo al que le han trasladado por escándalo público; este reo representa la muerte brutal, fría, básicamente el asesinato a manos de una fuerza policial opresora y violenta. El preso, Mateo, simboliza también el bando político marcadamente progresista, de ideas liberales, al que entendemos apresado por expresar sus ideas revolucionarias y anarquistas. Sobre él actúa la censura y lo encarcelan. Pero, a modo de retrato de la realidad española de aquella época, Valle-Inclán describe cómo es asesinado por la espalda: cuando los carceleros lo reclaman diciéndole que va "a salir en viaje de recreo", aludiendo al "paseíllo", al alejarse lanzan los carcelarios un disparo por la espalda, aplicando la ley de fugas, para su divertimento. Valle alaba al preso (escena VI) por su carácter reivindicativo, por su lucha, por ser el único que lleva a la práctica su rebeldía, una lucha social simbolizada en él: "Pronto llegará vuestra hora", le dice Max, al tiempo que el preso, en voz de Valle, apunta que "En España el trabajo y la inteligencia se han visto menospreciados. Aquí todo lo manda el dinero", a lo que Max-Valle le responderá: "Mateo, ¿dónde está la bomba que destripe el terrón maldito de España?", en donde vuelve a aparecer la muerte otra vez.
Por otro lado, la muerte vuelve a aparecer en la escena XI, con la muerte fortuita de un niño, que simboliza la muerte de la inocencia, que queda tendido en los amargos brazos de su madre. Muere por una bala asesina perdida, disparada por algún represor policial de los que intenta sofocar una manifestación o revuelta popular. Es otro modo de morir, igual que otro tipo de muerte; antes, con el preso, era voluntaria y fría, para callar voces, y ahora es azarosa y para demostrar que en el enfrentamiento y la lucha hasta los inocentes que se quedan al margen son aniquilados. Sólo puede haber un pensamiento, transmite Valle: el del poder.
La última muerte trágica de la obra es la del protagonista, el antihéroe Max Estrella, que muere de forma antiheroica y esperpéntica (y habla con frivolidad y condescendencia del suicidio, harto de malvivir esta época): su muerte no es la muerte de un héroe homérico, sino una muerte absurda, ridícula, entre muecas y desvaríos (creyendo “ver”, anunciando un entierro, sin caer en que el suyo está próximo), alcohol y un lazarillo rabioso, envidioso, golfo, cobarde, con piel de cordero, que mientras le deja caer en el quicio de la puerta le roba el décimo de lotería fingiendo que no cree en su muerte (farsa) para no sentirse culpable. La muerte no es la muerte de un héroe literario, al modo de Homero (muerte gloriosa), sino su esperpento: hora fría, amanecer invernal, tirado (ni siquiera dentro) en la puerta de su casa, dándole convulsiones, con dificultades para articular palabras, robado y abandonado.
Temas también recurrentes son la denuncia de la ignorancia y el atraso social (política, religión, ideología, arte) de una España caduca, que vemos a través de las conversaciones de Max con Zaratustra y don Gay en la escena de la librería o con el Ministro de gobernación. España es comparada con un "corral" y definida como “una deformación grotesca de la civilización europea”. Se trata fundamentalmente de una reflexión crítica sobre el individuo y la sociedad: ¡esto es España!, parece querer decir Valle. La crítica social no se dirige contra individuos, clases o colectivos concretos, sino que es una queja total contra toda la vida nacional por la corrupción generalizada, la pobreza y la incultura. En la obra aparecen criticados y esperpentizados grupos sociales de distinta índole: el mundo artístico bohemio absurdo e inútil (los modernistas de postal), los políticos corruptos (el Ministro), los policías brutales, las agrupaciones paramilitares, los periodistas al servicio del poder, los poetas fracasados, la burguesía (los comerciantes), las prostitutas y los borrachos. En definitiva, la España que aparece en la obra es una multitud que vive como puede, hundida en la miseria moral y económica:  “En España el mérito no se premia; se premia el robo y el ser sinvergüenza. En España se premia todo lo malo” (Escena XIV). (Para este último párrafo puedes ayudarte de SÁTIRA Y CRÍTICA SOCIAL)

Ver:  http://srtuyu-tormentasyotraslocuras.blogspot.com.es/2014/12/valle-inclan.html

Modernismo y 98 en Valle-Inclán
Estilísticamente cuesta integrar a este escritor en Modernismo o Noventayochismo, más bien fue un autodidacta que dirigió una crítica mordaz a la realidad de España: su enemigo fue la mediocridad de la mentalidad burguesa española. Lo que sí tuvo bastante claro es que un artista debe evitar en su obra el juicio moral explícito, y no interviene en calificativos éticos, como sí lo hacían los novelistas realistas y naturalistas anteriores de los que él se diferencia (Clarín, Galdós, Pardo Bazán).
Sufrió una evolución literaria marcada. Cultivó todos los géneros, pero como modernista destacó por mezclar dichos géneros, estilos y lenguajes. Así es como el Modernismo consiguió sus pretensiones: una renovación total del arte y búsqueda constante de la belleza.
De su etapa modernista destacan las obras Sonatas, cuatro novelas cortas con un protagonista donjuanesco, "feo, católico y sentimental", el Marqués de Bradomín, describiendo espacios idealizados y exóticos propios del movimiento modernista; utiliza un lenguaje sensorial, musical y lleno de color. Se opuso así a la novela realista y sus ambientes retratados y los sustituye por otros misteriosos, exóticos y fantásticos. También escribió Tirano Banderas, la novela que retrata a un dictador y tirano hispanoamericano que oprime al pueblo para seguir en el poder; destaca también por la mezcla de nuestro castellano y voces del español de América.
Sin embargo, ya en este momento de su vida, el escritor está evolucionando: se ve influido por el espíritu crítico y de protesta de la Generación del 98, satirizando al protagonista de Tirano Banderas, deformándolo, animalizándolo y creando ya el esperpento.
Centrado en el teatro, evolucionó de posturas y estilos conservadores, como el modernista, con obras alejadas de la intención crítica, hacia otras más simbólicas y expresionistas, como el vanguardista. Esto último le condenó a diferentes críticas por realizar un teatro difícilmente representable.
El punto de inflexión de un estilo a otro lo marcan dos obras destacadas: Divinas palabras y Luces de bohemia, de mayor compromiso social, crítico y estético que las anteriores obras (en ese sentido crítico más propias del 98). Eso sí, rasgos comunes de su teatro son la constante innovación y renovación estilística, el perfeccionismo verbal (en diálogos pero también en acotaciones), y una crítica constante hacia la burguesía conservadora. En Luces, Max Estrella, su protagonista, representa la evolución de posturas modernistas al compromiso con los desfavorecidos, el abuso de poder y la incultura.

Ver: http://srtuyu-tormentasyotraslocuras.blogspot.com.es/2014/12/valle-inclan.html

Evolución de la obra de Valle-Inclán (ver Modernismo y 98 en Valle-Inclán)

Ver: http://srtuyu-tormentasyotraslocuras.blogspot.com.es/2014/12/valle-inclan.html

Estructura, tiempo y espacio, y mito (descenso a los infiernos)
Sobre la estructura, Valle-Inclán es un dramaturgo que respeta la unidad clásica de tiempo, la acción no supera las 24 horas. Sin embargo, rompe con la unidad de lugar, pues se trata de un viaje "infernal" que traslada el  espacio de la acción constantemente, recorriendo desde su casa (Escena I), una librería de viejo, una taberna, la redacción de un periódico, un calabozo, el Ministerio de Gobernación o el patio de un cementerio para el entierro de Max (Escena XII), pareciendo un laberinto de dolor y muerte. Éste devenir constante tiene la finalidad de realizar un retrato conjunto y variado de los ambientes y personajes y conseguir, de este modo, una crítica efectiva y real. La acción de la obra son las aventuras de Max Estrella, poeta ciego, por un Madrid absurdo, brillante y hambriento, y su "visión" crítica de lo que le rodea mientras se codea con personajes de todos los estratos sociales. Por tanto, el núcleo que cohesiona el drama es el protagonista, del que Valle-Inclán sólo nos muestra el trozo más desgraciado de su vida, concretamente el último día de su vida.
La obra se divide en 15 escenas con inicio, nudo y desenlace, en las que Max Estrella, que vive en una miserable buhardilla con su mujer e hija, sale una noche de duro invierno para deshacer un trato con Zaratustra, el librero, acompañado de su "amigo" Latino de Hispalis. Acaba muriendo en el portal de su casa en ese mismo amanecer, por lo que se trata de una estructura circular.
El viaje de Max Estrella es un "descenso a los infiernos" que permite al protagonista (y al lector) conocer la realidad absurda de su mundo, y desemboca en una muerte real, pero también simbólica (muere la luz, la verdad, el progreso).
Se trata de un descenso, un viaje en degradación, sólo que los círculos infernales son ahora tabernarios o carcelarios. El Madrid que sirve de escenario es ruin (pobreza, hambre, necesidad, muerte, golfos, parásitos, guardias asesinos, ministros ociosos, tramposos); la suciedad esperpentizante se ve ya en la "cueva" de Zaratustra, "antro apestoso de aceite" (Escena II); destaca en el retrato de Valle de Madrid la oscuridad de los ambientes, el tenebrismo, la penumbra, y su contrapunto que es Max, el ciego.
La mayoría de espacios madrileños son nuevos a cada escena, con la finalidad de hacer un retrato global. Pero todos, interiores y exteriores, son esperpentizados en las acotaciones.
La mano del autor se ve en el giro esperpéntico de lo que sería un descenso infernal clásico (como el de Hércules, por ejemplo). Es esperpéntico y grotesco porque el héroe muere, por ejemplo, (los héroes clásicos escapaban vivos del infierno, Hércules, Dante); pero incluso su forma de morir es ridícula (frío, con las alucinaciones del "buey Apis"); y esta ironía trágica le sirve de sátira.
Pero también hay un giro desde la creación del personaje: padece ceguera, pobreza, fatiga, olvido, fracaso, frío, desesperanza, vacío, infortunio, pérdida de la libertad, invalidez y finalmente muerte. Por tanto, más que un héroe es un antihéroe, más lleno de defectos que de virtudes.
Además, en el periplo a Dante le acompañaba Virgilio, admirado poeta romano; a Max le acompaña el mísero don Latino, que lejos guiarle le engaña y desorienta.

Ver: http://srtuyu-tormentasyotraslocuras.blogspot.com.es/2014/12/valle-inclan.html