Luces de Bohemia de
Valle-Inclán
Introducción
Valle-Inclán fue un escritor con firme
voluntad de escapar de la mediocridad literaria y rechazar los
convencionalismos (cosa que critica en esta obra a través de los
"modernistas", sólo salvando a Rubén Darío). Se le ha tachado de raro
y excéntrico, otros lo ven un individualista marcado e inflexible, una isla, y
otros un genio.
Se enfrentó al teatro de su época en el
que predominaba el conformismo técnico; sus esperpentos fueron rechazados por
"irrepresentables" en la época.
La obra de Valle se publica en 1920 por
entregas y en 1924 en formato de libro. Es una feroz sátira política y social
contra la España coetánea del autor; su visión de España es la agonía de una
civilización.
En cuanto al lenguaje, señala Alonso
Zamora que en la obra "brota (...) un regusto de sainete, de zarzuela con
tonillo de plebe madrileña": son voces como "naturaca",
"polis", dar "mulé", estar "briago", "cate",
con saltos semánticos y jerga tabernaria; hablan con sabor a pueblo, a Madrid,
a taberna, a luz de candil y vela, achulapados, y Valle los utiliza para su
estilo, mezclándolo todo con cultismos, frases latinas, como "Alea iacta
est", "¡Eironeia!", deformando así el lenguaje para crear
esperpento: "Me adhiero a lo del quince", "no introduzcas tú la pata", "condúceme a casa", "chanelo
el sermo vulgaris".
Sátira y crítica social
Valle-Inclán utiliza la sátira como
forma de expresar su indignación ante el mal que desprecia: de manera general,
contra las instituciones españolas, la bohemia golfante y la violencia.
Dirige sus acusaciones, su más dura
crítica, contra la ignorancia vergonzosa e inmóvil, encarnada en la figura de
Latino de Híspalis y la bohemia vaga y ociosa; también carga tintas sobre la
lucha de clases, contra la omnipotencia de la policía y contra la política
estéril y acomodaticia, reflejada en la burocracia española; se lanza contra
los desvaríos de aquella España cavernícola en lo social y en lo político.
La sátira se realiza de muchas formas,
pero todas se unen en ese "viaje infernal", por un mundo, una España,
que ha perdido la razón, caduca a los ojos del autor: podemos recordar escenas políticas
como la del Ministro de gobernación discutiendo sobre poesía, reflejando una
política estancada, tumbada en el sofá y sin producir soluciones al estado de
crisis social; también hay crítica religiosa hacia España a través de los ojos
de don Gay y su viaje por Inglaterra en la librería de Zaratustra, contra la fe
supersticiosa del catolicismo español, anclado en el pasado y en las
tradiciones; don Latino representa la golfería, la bohemia de anclaje, ociosa,
inoperante, inmóvil socialmente, que vive exclusivamente del sablazo social,
aprovechándose de los demás, como con Max Estrella, y lo observamos desde las
primeras escenas, en la librería, al descubrir que estaba conchabado con el
viejo para engañar y robar al poeta; la crítica social contra la violencia y el
entorno policial la muestra en las escenas IV y XI, en las manifestaciones,
contra la lucha de clases; y de manera mucho más ácida en la escena del
calabozo con el preso catalán, cuando los carceleros lo reclaman diciéndole que
va "a salir en viaje de recreo", aludiendo al "paseíllo" y
posterior disparo por la espalda, aplicando la ley de fugas, para divertimento
de sus carceleros. Podría decirse que los únicos que no están sujetos en toda
la obra a la sátira y son tratados con emotividad y alabanza son este
anarquista catalán y la madre que ha perdido a su hijo por un disparo perdido,
al sofocarse la revuelta callejera: Valle alaba al preso (escena VI) por su
carácter reivindicativo, por su lucha, por abrir la boca, por ser el único que
lleva a la práctica su rebeldía, una lucha social simbolizada en él:
"Pronto llegará vuestra hora", le dice Max, al tiempo que el preso,
en voz de Valle, apunta que "En España el trabajo y la inteligencia se han
visto menospreciados. Aquí todo lo manda el dinero", a lo que Max/Valle le
responderá: "Mateo, ¿dónde está la bomba que destripe el terrón maldito de
España?"; en la escena XI, con la madre y su niño entre sus brazos, la
violencia se vuelve crueldad en la voz del tabernero: "Son desgracias
inevitables para el restablecimiento del orden"; Valle alterna en estos
diálogos el dolor de la madre con la absurda indiferencia de los viandantes,
una locura por la que Max pedirá a su lazarillo: "Latino, sácame de este
círculo infernal", y la sinvergonzonería del golfo cerrará con "hay
mucho de teatro", lo cual lleva al lector a preguntarse quién está más
ciego de los dos.
Personajes
Los personajes son variados: desde el
chico de la taberna hasta el ministro de gobernación, atravesando todas las
capas sociales. Pero, de todos, Máximo Estrella es el único que, a pesar de ser
ciego, ve, irónicamente, la bufonada en la que están metidos todos ellos.
Utiliza personajes realistas,
verosímiles (incluso históricos, por ejemplo, Rubén Darío); pero tratará de
deformarlos de manera grotesca para crear su esperpento y realizar su crítica.
Ellos serán el esperpento, porque ellos serán deformados: todos tendrán en
común la ignorancia, la golfería, la desidia y la sinrazón.
Para Valle, sus criaturas no son héroes,
sino su negación (a excepción del preso catalán: ver sátira). Son bufones de corte, "payasos trágicos". La
mayoría vive instalada en la vulgaridad, y lo peor es su estancamiento, su no
querer salir de allí. Son tratados desde el desprecio, desde arriba, desde un
plano superior, todo lo contrario a Homero y la literatura clásica, que se
situaba por debajo de sus héroes, es decir, ellos estaban colmados de virtudes,
deificados, mitificados, idealizados (Héctor, Aquiles); los personajes de Valle
están llenos de defectos y vicios, idiotizados, animalizados ("Zaratustra,
abichado (...) bufanda de verde serpiente", en la Escena II) y cosificados.
La España oficial la representa el
Ministro de gobernación, don Filiberto, pedante e hipócrita.
Rubén Darío aparece en la obra retratado
como máximo representante del Modernismo literario. Sin duda es un homenaje.
En cuanto a los protagonistas, parece
que Valle-Inclán puso bastante de sí mismo en Max Estrella y el preso catalán,
únicos dignificados por su pluma: Max es un poeta ciego no oficial, no
reconocido y opuesto a los "cabrones de la academia". Valle vivió la
bohemia madrileña a la que censura en la obra; es intransigente como él
("No quiero hablar de este robo", escena I), posee su fuerza y
voluntad de ser ("Yo había nacido para ser tribuno de la plebe"),
suele negarse a ceder ("Y no me humillo"), es brusco ("Idos
todos al diablo"), es terco y descomedido ("hiperbólico") y
destaca por ser consciente de su superioridad ética y estética ("¡Y soy el
primer poeta de España!").
Según Gonzalo Sobejano, Max Estrella
encarna la vida desgraciada y el individualismo; como antihéroe, padece
ceguera, pobreza, fatiga, olvido, fracaso, frío, desesperanza, vacío,
infortunio, pérdida de la libertad, piedad ante la degradación, dolor por lo
que se destruye (escena del niño muerto, simbolizando la juventud, la
esperanza, el futuro), invalidez y finalmente muerte. Al finalizar la obra sólo
queda su "vida derramada por las calles" (Gonzalo Sobejano).
Las borracheras con Latino no son más
que una huida, un escape; el alcohol le desinhibe, le libera para cargar contra
todo.
Su muerte no es la muerte de un héroe
homérico, sino una muerte esperpéntica, absurda, ridícula, entre muecas y
desvaríos (creyendo “ver”, anunciando un entierro, sin caer en que el suyo está
próximo), alcohol y un lazarillo rabioso, cobarde, envidioso, golfo, con piel
de cordero, que mientras le deja caer en el quicio de la puerta le roba el
décimo de lotería y finge que no cree en su muerte (farsa) para no sentirse
culpable. La muerte tampoco es la muerte de un héroe literario, al modo de
Homero (muerte gloriosa), sino su esperpento: hora fría, amanecer invernal,
tirado (ni siquiera dentro) en la puerta de su casa, dándole convulsiones, con
dificultades para articular palabras, robado y abandonado.
Rasgo destacable en "Mala"
Estrella, así le llama Latino simbólicamente, es su ceguera, y la ironía es
notable: pese a ella, es el único personaje que realmente "ve", pero
no con los ojos, la situación desoladora de su Madrid. Se convierte en símbolo
de luz.
Don Latino de Hispalis es un
"vejete asmático" (escena I), lazarillo y acompañante del ciego Max.
Éticamente, simboliza la negatividad: es un aprovechado, un gorrón que vive del
sablazo social, un pícaro bohemio (como vemos en la escena II, cuando se
conchaba con Zaratustra para timar al ciego y el guiño de su ojo muestra la
complicidad entre ambos) que vive de la mentira y del cuento. Sin embargo, es
el único que está al lado del protagonista. Latino tiene labia para evitar los
altercados, las disputas, y sacar siempre el mayor provecho de cualquier
situación, por cruel que parezca, por ejemplo el robo de la cartera de Max con
éste tendido en la puerta de su casa y muerto. Valle lo desprecia y lo
convierte en un esperpento, pues así lo describe en su primera aparición:
"(...) guiña el ojo, tuerce la boca y desmaya los brazos, como un
pelele". Además, es despreciado por la joven pero brillante hija de Max,
Claudinita, al llegar a recoger a éste:
"¿Le doy con la puerta en las narices?". La propia Claudinita teme la
tragedia final cuando exclama "¡Papá, no salgas!", sabiendo que de
noche y con Latino no habrá de llevar buen camino.
Ver: http://srtuyu-tormentasyotraslocuras.blogspot.com.es/2014/12/valle-inclan.html
Ver: http://srtuyu-tormentasyotraslocuras.blogspot.com.es/2014/12/valle-inclan.html
El Esperpento
Esperpento es un término acuñado por Valle aplicado a la
literatura con el que designa un nuevo tipo de estética que simula los espejos
cóncavos. Es una ruptura con las convenciones sociales (lenguaje, belleza,
clasicismo). En la escena duodécima el autor muestra cuál es dicha estética, la
del esperpento, una deformación grotesca, una retorcida exageración de la
realidad, una deformidad humana y social: "Los héroes clásicos reflejados
en los espejos cóncavos dan el Esperpento"; lo compara el propio Max
Estrella (Valle) con los cuadros de Goya (las pinturas negras), señalando
incluso que este pintor fue el creador del concepto. Y todo ello con una
intención crítica. Y para crear el esperpento utilizará hipérboles,
animalizaciones y un lenguaje característico (ver introducción).
Esperpento designa lo feo, lo desaliñado,
lo ridículo, la mala traza, una situación risible por absurda.
Según Álvarez Sánchez, el esperpento es
un "reflejo de la esencia de lo social, proyectado mediante la deformación
sistemática de la realidad", hasta llegar al absurdo y dirigido contra las
normas clásicas o convencionales de la sociedad.
Incluso hay quien ha afirmado que no
sólo es un nuevo género literario sino toda una nueva estética y una nueva
visión del mundo. Lo que sí está claro es que es una nueva visión de la
tragedia clásica.
Para llevar a cabo el esperpento, el
autor habla en una entrevista de cómo dibuja a sus personajes: Homero, por
ejemplo, escribía sus obras situando a sus héroes por encima de sí mismo;
cuando los caracterizaba, los dotaba con más virtudes de las objetivamente
humanas, los idealizaba, los divinizaba: esta es la manera clásica.
Shakespeare, por otro lado, crea a sus personajes como si fuésemos nosotros
mismos, de igual a igual, con virtudes y defectos. Por último, Valle-Inclán resalta
la manera de Quevedo, que mira a sus criaturas desde arriba, los coloca por
debajo de él, como si fueran inferiores moralmente, llenos de defectos
exagerados: esta es la manera del esperpento.
Las circunstancias históricas que
retrata la obra (principios del s. XX) dan pie al autor para deformar como una
caricatura lo humano y lo ibérico. España es vista con brutalidad (la manifestación
sofocada, el preso catalán), frialdad (no sólo medioambiental, también en el
retrato de personajes y acciones como la escena con Zaratustra...) y tragedia
(la muerte en el protagonista, el niño, el preso...). Es un retrato de las
consecuencias de la existencia humana.
Para Valle, una sociedad como la
española, deformada (injusticia, miseria e incultura), sólo puede tener un
retrato fiel a través de un estilo deformado igualmente.
El esperpento nos habla de la realidad (la
obra sintetiza varios sucesos históricos), pero no con un estilo realista o
naturalista, no a la manera de Galdós, "Clarín" o Pardo Bazán, a los
que les preocupaba la fidelidad hacia lo real, sino que la intención del
esperpento de Valle es únicamente crítica.
Ver: http://srtuyu-tormentasyotraslocuras.blogspot.com.es/2014/12/valle-inclan.html
Ver: http://srtuyu-tormentasyotraslocuras.blogspot.com.es/2014/12/valle-inclan.html
Luces de bohemia en el contexto histórico de su época
Los primeros 20 años del siglo XX, entre
los que podemos encuadrar esta obra de Valle-Inclán, fueron un periodo de
crisis y con repercusiones en la sociedad, que es lo más destacable en el
retrato que el autor desea plasmar.
A pesar de que el Estado español adoptó
medidas proteccionistas (intervencionismo estatal), no dejaron de producirse
esas repercusiones sociales: fueron situaciones de precariedad en los
campesinos, de pobreza y hambre, con intentos de reforma agraria en 1907 y 1917
insuficientes, y los más afectados fueron las clases populares; hubo revueltas
y manifestaciones en las calles de Madrid, huelgas y reivindicaciones obreras.
Todo ello es retratado por Valle-Inclán, por ejemplo en la escena XI, con la revuelta callejera y el intento de
sofocarla por parte de las fuerzas del orden, a las que el autor describe con
violencia: con la madre y su niño entre sus brazos, la violencia se vuelve
crueldad en la voz del tabernero: "Son desgracias inevitables para el restablecimiento
del orden"; Valle alterna en estos diálogos el dolor de la madre con la
absurda indiferencia de los viandantes, una locura por la que Max pedirá a su
lazarillo: "Latino, sácame de este círculo infernal".
Durante todo el texto se observan alusiones
y descripciones breves de España despectivas: hundida
esta en la miseria moral y económica, dice el escritor en boca de sus
personajes que España es un "corral" y que “En España el mérito no
se premia; se premia el robo y el ser sinvergüenza. En España se premia todo lo
malo” (Escena XIV).
Madrid es entonces un importante núcleo urbano,
con un estrato social cada vez más en auge: la burguesía, una clase que creció
primero como un grupo renovador de la caduca aristocracia pero que, poco a
poco, fue acercándose a ella en costumbres, conforme crecía en riqueza y
comodidad. Es contra este grupo social contra el que carga tintas. Por contra,
destaca su defensa del obrero, del proletario, el grupo social mayoritario y
que sufría desigualdades sociales (largas jornadas laborales, sueldos
insuficientes, insalubridad en los hogares). Estos abusos les llevaron a
protestas y conflictividad social, y a una situación de desolación, abandono de
"los de arriba" y tristeza emocional, lo cual Valle-Inclán plasma durante
la obra: pillería, tramposos, robos y pesimismo.
Políticamente, Alfonso XIII y Maura se
posicionaron como reformadores, pero desde arriba, es decir, la reforma del
país debía promoverla el Estado y así tener controladas esas reformas y evitar
que fuera el pueblo el que las impusiera. No era un sistema político
democratizado. Posteriormente, hacia 1910, J. Canalejas se propuso instaurar un
régimen liberal, cercano al pueblo, por ejemplo tratando de reducir la jornada
laboral.
Es el momento en que el Partido Socialista Obrero
Español y la Unión General de Trabajadores van ganando fuerza, así como
Cataluña crece en reivindicaciones nacionalistas. Aquí, en Cataluña, tiene una
presencia importante el Anarquismo, movimiento revolucionario y
anticapitalista, que demanda una revolución social del pueblo mediante huelgas
y boicots, acción directa, como en 1917, en Madrid, Barcelona, etc., que
continuaron con brutales represiones y arrestos del Gobierno que en vio ni más
ni menos que al ejército.
Estos acontecimientos están simbolizados en la
obra por el preso catalán, en la escena VI, y su diálogo emotivo y tristemente
épico con Max/Valle: comprende al revolucionario anarquista porque España, en
ojos del autor, necesita un cambio, una convulsión, y le grita al reo: "Mateo,
¿dónde
está la bomba que destripe el terrón maldito de España?" El asesinato por
la espalda del preso por parte de los guardias representa la tiranía del poder
gobernante de España y su abuso de la violencia contra las voces que piden aire
nuevo y sano para el pueblo.
Ver: http://srtuyu-tormentasyotraslocuras.blogspot.com.es/2014/12/valle-inclan.html
Ver: http://srtuyu-tormentasyotraslocuras.blogspot.com.es/2014/12/valle-inclan.html
Temas y simbolismo en Luces de
bohemia de Valle-Inclán
Los temas de este drama giran en torno a
las relaciones del protagonista, Max Estrella, poeta ciego y desventurado, con
un amplio conjunto de personajes de diferentes estratos sociales.
Por un lado está muy presente el tema de
la muerte. Max Estrella se relaciona con el preso catalán de la escena VI, en
el calabozo al que le han trasladado por escándalo público; este reo representa
la muerte brutal, fría, básicamente el asesinato a manos de una fuerza policial
opresora y violenta. El preso, Mateo, simboliza también el bando político marcadamente
progresista, de ideas liberales, al que entendemos apresado por expresar sus
ideas revolucionarias y anarquistas. Sobre él actúa la censura y lo encarcelan.
Pero, a modo de retrato de la realidad española de aquella época, Valle-Inclán
describe cómo es asesinado por la espalda: cuando los carceleros lo reclaman
diciéndole que va "a salir en viaje de recreo", aludiendo al
"paseíllo", al alejarse lanzan los carcelarios un disparo por la
espalda, aplicando la ley de fugas, para su divertimento. Valle alaba al preso
(escena VI) por su carácter reivindicativo, por su lucha, por ser el único que
lleva a la práctica su rebeldía, una lucha social simbolizada en él:
"Pronto llegará vuestra hora", le dice Max, al tiempo que el preso,
en voz de Valle, apunta que "En España el trabajo y la inteligencia se han
visto menospreciados. Aquí todo lo manda el dinero", a lo que Max-Valle le
responderá: "Mateo, ¿dónde está la bomba que destripe el terrón maldito de
España?", en donde vuelve a aparecer la muerte otra vez.
Por otro lado, la muerte vuelve a
aparecer en la escena XI, con la muerte fortuita de un niño, que simboliza la
muerte de la inocencia, que queda tendido en los amargos brazos de su madre.
Muere por una bala asesina perdida, disparada por algún represor policial de
los que intenta sofocar una manifestación o revuelta popular. Es otro modo de
morir, igual que otro tipo de muerte; antes, con el preso, era voluntaria y
fría, para callar voces, y ahora es azarosa y para demostrar que en el
enfrentamiento y la lucha hasta los inocentes que se quedan al margen son
aniquilados. Sólo puede haber un pensamiento, transmite Valle: el del poder.
La última muerte trágica de la obra es
la del protagonista, el antihéroe Max Estrella, que muere de forma antiheroica
y esperpéntica (y habla con frivolidad y condescendencia del suicidio, harto de
malvivir esta época): su muerte no es la muerte de un héroe homérico, sino una
muerte absurda, ridícula, entre muecas y desvaríos (creyendo “ver”, anunciando
un entierro, sin caer en que el suyo está próximo), alcohol y un lazarillo
rabioso, envidioso, golfo, cobarde, con piel de cordero, que mientras le deja
caer en el quicio de la puerta le roba el décimo de lotería fingiendo que no
cree en su muerte (farsa) para no sentirse culpable. La muerte no es la muerte
de un héroe literario, al modo de Homero (muerte gloriosa), sino su esperpento:
hora fría, amanecer invernal, tirado (ni siquiera dentro) en la puerta de su
casa, dándole convulsiones, con dificultades para articular palabras, robado y
abandonado.
Temas también recurrentes son la
denuncia de la ignorancia y el atraso social (política, religión, ideología,
arte) de una España caduca, que vemos a través de las conversaciones de Max con
Zaratustra y don Gay en la escena de la librería o con el Ministro de
gobernación. España es comparada con un "corral" y definida como “una
deformación grotesca de la civilización europea”. Se trata fundamentalmente de
una reflexión crítica sobre el individuo y la sociedad: ¡esto es España!, parece
querer decir Valle. La crítica social no se
dirige contra individuos, clases o colectivos concretos, sino que es una queja
total contra toda la vida nacional por la corrupción generalizada, la pobreza y
la incultura. En la obra aparecen criticados y esperpentizados grupos sociales
de distinta índole: el mundo artístico bohemio absurdo e inútil (los
modernistas de postal), los políticos corruptos (el Ministro), los policías
brutales, las agrupaciones paramilitares, los periodistas al servicio del
poder, los poetas fracasados, la burguesía (los comerciantes), las prostitutas
y los borrachos. En definitiva, la España que aparece en la obra es una multitud
que vive como puede, hundida en la miseria moral y económica: “En España el mérito no
se premia; se premia el robo y el ser sinvergüenza. En España se premia todo lo
malo” (Escena XIV). (Para este último
párrafo puedes ayudarte de SÁTIRA Y CRÍTICA SOCIAL)
Ver: http://srtuyu-tormentasyotraslocuras.blogspot.com.es/2014/12/valle-inclan.html
Ver: http://srtuyu-tormentasyotraslocuras.blogspot.com.es/2014/12/valle-inclan.html
Modernismo y 98 en Valle-Inclán
Estilísticamente cuesta integrar a este
escritor en Modernismo o Noventayochismo, más bien fue un autodidacta que
dirigió una crítica mordaz a la realidad de España: su enemigo fue la
mediocridad de la mentalidad burguesa española. Lo que sí tuvo bastante claro
es que un artista debe evitar en su obra el juicio moral explícito, y no
interviene en calificativos éticos, como sí lo hacían los novelistas realistas
y naturalistas anteriores de los que él se diferencia (Clarín, Galdós, Pardo
Bazán).
Sufrió una evolución literaria marcada.
Cultivó todos los géneros, pero como modernista destacó por mezclar dichos
géneros, estilos y lenguajes. Así es como el Modernismo consiguió sus
pretensiones: una renovación total del arte y búsqueda constante de la belleza.
De su etapa modernista destacan las
obras Sonatas, cuatro novelas cortas con
un protagonista donjuanesco, "feo, católico y sentimental", el
Marqués de Bradomín, describiendo espacios idealizados y exóticos propios del
movimiento modernista; utiliza un lenguaje sensorial, musical y lleno de color.
Se opuso así a la novela realista y sus ambientes retratados y los sustituye
por otros misteriosos, exóticos y fantásticos. También escribió Tirano Banderas, la novela que retrata a
un dictador y tirano hispanoamericano que oprime al pueblo para seguir en el
poder; destaca también por la mezcla de nuestro castellano y voces del español
de América.
Sin embargo, ya en este momento de su
vida, el escritor está evolucionando: se ve influido por el espíritu crítico y
de protesta de la Generación del 98, satirizando al protagonista de Tirano Banderas, deformándolo,
animalizándolo y creando ya el esperpento.
Centrado en el teatro, evolucionó de
posturas y estilos conservadores, como el modernista, con obras alejadas de la
intención crítica, hacia otras más simbólicas y expresionistas, como el
vanguardista. Esto último le condenó a diferentes críticas por realizar un teatro
difícilmente representable.
El punto de inflexión de un estilo a
otro lo marcan dos obras destacadas: Divinas
palabras y Luces de bohemia, de
mayor compromiso social, crítico y estético que las anteriores obras (en ese
sentido crítico más propias del 98). Eso sí, rasgos comunes de su teatro son la
constante innovación y renovación estilística, el perfeccionismo verbal (en
diálogos pero también en acotaciones), y una crítica constante hacia la
burguesía conservadora. En Luces, Max
Estrella, su protagonista, representa la evolución de posturas modernistas al
compromiso con los desfavorecidos, el abuso de poder y la incultura.
Ver: http://srtuyu-tormentasyotraslocuras.blogspot.com.es/2014/12/valle-inclan.html
Ver: http://srtuyu-tormentasyotraslocuras.blogspot.com.es/2014/12/valle-inclan.html
Evolución de la obra de Valle-Inclán (ver Modernismo y 98 en Valle-Inclán)
Ver: http://srtuyu-tormentasyotraslocuras.blogspot.com.es/2014/12/valle-inclan.html
Ver: http://srtuyu-tormentasyotraslocuras.blogspot.com.es/2014/12/valle-inclan.html
Estructura, tiempo y espacio, y mito (descenso a los infiernos)
Sobre la estructura, Valle-Inclán es un
dramaturgo que respeta la unidad clásica de tiempo, la acción no supera las 24
horas. Sin embargo, rompe con la unidad de lugar, pues se trata de un viaje
"infernal" que traslada el
espacio de la acción constantemente, recorriendo desde su casa (Escena
I), una librería de viejo, una taberna, la redacción de un periódico, un
calabozo, el Ministerio de Gobernación o el patio de un cementerio para el
entierro de Max (Escena XII), pareciendo un laberinto de dolor y muerte. Éste
devenir constante tiene la finalidad de realizar un retrato conjunto y variado
de los ambientes y personajes y conseguir, de este modo, una crítica efectiva y
real. La acción de la obra son las aventuras de Max Estrella, poeta ciego, por
un Madrid absurdo, brillante y hambriento, y su "visión" crítica de
lo que le rodea mientras se codea con personajes de todos los estratos
sociales. Por tanto, el núcleo que cohesiona el drama es el protagonista, del
que Valle-Inclán sólo nos muestra el trozo más desgraciado de su vida,
concretamente el último día de su vida.
La obra se divide en 15 escenas con inicio,
nudo y desenlace, en las que Max Estrella, que vive en una miserable buhardilla
con su mujer e hija, sale una noche de duro invierno para deshacer un trato con
Zaratustra, el librero, acompañado de su "amigo" Latino de Hispalis.
Acaba muriendo en el portal de su casa en ese mismo amanecer, por lo que se
trata de una estructura circular.
El viaje de Max Estrella es un
"descenso a los infiernos" que permite al protagonista (y al lector)
conocer la realidad absurda de su mundo, y desemboca en una muerte real, pero
también simbólica (muere la luz, la verdad, el progreso).
Se trata de un descenso, un viaje en
degradación, sólo que los círculos infernales son ahora tabernarios o
carcelarios. El Madrid que sirve de escenario es ruin (pobreza, hambre, necesidad,
muerte, golfos, parásitos, guardias asesinos, ministros ociosos, tramposos); la
suciedad esperpentizante se ve ya en la "cueva" de Zaratustra,
"antro apestoso de aceite" (Escena II); destaca en el retrato de
Valle de Madrid la oscuridad de los ambientes, el tenebrismo, la penumbra, y su
contrapunto que es Max, el ciego.
La mayoría de espacios madrileños son
nuevos a cada escena, con la finalidad de hacer un retrato global. Pero todos,
interiores y exteriores, son esperpentizados en las acotaciones.
La mano del autor se ve en el giro
esperpéntico de lo que sería un descenso infernal clásico (como el de Hércules,
por ejemplo). Es esperpéntico y grotesco porque el héroe muere, por ejemplo,
(los héroes clásicos escapaban vivos del infierno, Hércules, Dante); pero
incluso su forma de morir es ridícula (frío, con las alucinaciones del
"buey Apis"); y esta ironía trágica le sirve de sátira.
Pero también hay un giro desde la
creación del personaje: padece ceguera, pobreza, fatiga, olvido, fracaso, frío,
desesperanza, vacío, infortunio, pérdida de la libertad, invalidez y finalmente
muerte. Por tanto, más que un héroe es un antihéroe, más lleno de defectos que
de virtudes.
Además, en el periplo a Dante le
acompañaba Virgilio, admirado poeta romano; a Max le acompaña el mísero don
Latino, que lejos guiarle le engaña y desorienta.
Ver: http://srtuyu-tormentasyotraslocuras.blogspot.com.es/2014/12/valle-inclan.html
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